Hola a todos!!
Me agrada la idea de escribir algo diferente en estas fechas.
Así también, espero y deseo de todo corazón que la pasen sensacional en estos días, junto a la compañía de los seres queridos.
Les envío un enorme abrazo y sin mas, los dejo con mi relato.
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UNA DIFERENTE NAVIDAD
– ¡Pero te has vuelto loco! ¿Cómo
que quieres ser un reno? ¿Te cayó mal el alimento verdad? – Vocifero Otón y empezó
a reír sin parar.
Para Modesto, era increíble que,
su mejor amigo, se burlara de su único y gran sueño: Ser Reno oficial de Santa
Claus, y es que, siendo un pavo que no alcanzaba la edad adulta, no lo dejaban
ni siquiera alejarse de grupo. Su madre, Ofelia, había perecido en el Día de
gracias del año pasado y, se había quedado a salvo escondiéndose detrás de los
arbustos nevados. Semanas después, Santa Claus pasaba buscando a Rodolfo y lo encontró
más muerto que vivo. Preciso que, sería buena compañía para el pequeño grupo de
pavos que siempre su esposa cuidaba celosamente como mascotas.
– Porque te burlas Otón, en
verdad, veo que es una noble acción lo que hacen una vez al año con Santa y, me
encantaría estar ayudándolo. ¡Le debo mi vida y sé que puedo lograr ser un reno
de verdad! – alego con vehemencia y, dándole la espalda a su amigo, se dispuso
a caminar con dirección al establo, donde, Rodolfo y compañía se encontraban
degustando de una buena comida.
– ¡Otra vez tú por aquí! ¡Pero
si que ch…! – Grito a todo pulmón Rodolfo y se dispuso a darle una mordida,
cuando:
– ¡A ver a ver, momentito
Rodo, que bien podría ser tu reemplazo si te saltas la cerca para ir a visitar
a Nieves otra vez! – Comento Teo y los demás, empezaron a burlarse de Rodolfo.
– ¡Muy chistosito te crees
Teo, pero el que manda aquí soy yo! ¡Y sino estoy yo, nadie más se va de aquí sin
mí! – Dijo enojadísimo y prueba de ello, su nariz enrojeció.
Y con una mirada cálida y
voz tenue, se dirigió Modesto a todos los renos:
– Si, sé que soy un simple
pavo, pero tengo algo que no podrás tener: sencillez y amabilidad. Sé que no
tendré enormes patas, ni mucho menos unos grandes cuernos, pero puedo soportar
la carga y el frío con mis pequeñas y frágiles plumas. Tengo la fe de que
lograré mi objetivo!
Casi todos quedaron impactados
ante las palabras de aquel pavo, con lo cual, no se atrevieron a decir alguna
palabra. Pero Rodolfo siguió carcajeándose y degustando de aquella comida.
Llego el día 23 de Diciembre,
Santa despertó muy temprano y se dio cuenta que la cerca estaba intacta. No
conforme, prefirió ir al establo a darse una vuelta y ver que todo estuviera
bien, ahí, lo esperaba una sorpresa: Rodolfo no se encontraba y la Navidad
peligraba.
– ¡Me llevaaaaa! – Grito
Santa a los demás renos – ¿No lo podían detener ustedes? ¿O me van a decir que
le tienen miedo? ¿Para que rayos le sirven esos cuernos?
– Santa, se lo advertimos, pero
él es tan terco, que prometió no tardar y pues… – dijo muy apenado Teo. A su
vez, se quedo pensativo y prosiguió:
– Yo se que le va a sonar
raro, pero, igual podríamos encontrar un reemplazo ¿No cree?, además, Rodolfo
solamente se encarga de entregar regalos cuando… bueno… cuando usted no puede
entrar por la chimenea, no le gusta estar con nosotros jalando el trineo. Los chicos
y yo nos podemos hacer cargo de llevarlo y Modesto puede ser su ayudante.
– ¡Modesto! ¡Pero si solo es
un pavo que mi esposa tiene por mascota! – Comento Santa con incredulidad,
aunque a la vez, pensó para sus adentros: No
estaría mal la idea, aparte de que le daría una lección a Rodolfo.
– Ok Teo, ve a buscar a
Modesto y vamos a ver que dice, porque igual, el pobre no debe tener idea de la
propuesta que estás haciendo – respondió Santa no tan convencido del todo.
Cuando, debajo de una manta, Modesto salió corriendo y se aventó a los pies de
Santa para agradecerle la oportunidad. Él había escuchado todo, pues desde que
vio salir a Rodolfo del establo, entro sigilosamente y se escondió para pasar
la noche allí, junto a los renos.
– Pues chicos, iré por mis
cosas y a despedirme de mi esposa. – dijo alegremente Santa y, levanto entre
sus brazos a Norberto. – La señora Claus debe de tener alguna bufanda para ti
amiguito.
Y con una enorme sonrisa,
Santa se dispuso a caminar con Modesto hacia la casa.
Otón no cabía de la sorpresa
cuando, vio a su amigo y a Santa Claus, sentados en el trineo y dispuestos a partir
con los renos. Los cientos de regalos ya habían sigo cargados y Teo charlaba
con los demás sobre la trayectoria que seguirían.
– Adiós amigo, recuerda que
siempre hay que confiar en nuestras metas y deseos. – grito alegremente al mismo
tiempo que se alejaban de la casa y un “Jo, jo, jo, jo” hacia ecos entre el
cielo y la nieve. La Navidad comenzaba por todas partes del mundo y Modesto,
acababa de lograr algo que nadie más que él, creía.
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Dedicado especialmente para la persona que, entre juego y juego, sugirió la idea de este relato. Prof. Salomón Páramo: Le agradezco por su infinito apoyo en mi carrera profesional y personal.